29/12/2006
No hay duda que el paisaje donde elige vivir esta planta siempre es llamativo, especialmente para los pájaros que llaman carriceros. En la Laguna del Oso, en Ávila, una pequeña curruca se balanceaba con la brisa invernal, montada en el tallo de una espadaña, mientras de fondo las aves acuáticas que venían a invernar discutían en su idioma sobre alguna cosa que les había pasado. Hacía mucho frío, pero la curruca solo se preocupaba de su pequeño pasatiempo. Esta foto se hizo en Los Yesares de Albacete, allí no había ninguna curruca, o no las vi, pero unos jilgueros se dedicaban a hacer lo mismo.
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