18/07/2020
Se mire como se mire, Ávila es tierra de fresnos. En sus ríos y arroyos aparece siempre para aportar su parte de frondosidad, lo cual en verano es muy agradecido. Sus frutos, vainas voladoras, dan ese toque exótico a uno de los árboles más comunes que tenemos. En muchos lugares, su poda llega a desmocharlos y es entonces cuando las ramas crecen como varas esbeltas intentando recuperar el volumen de la copa. Estas imágenes me traen recuerdos, en algunos casos "fantasmagóricos", evocando su silueta en invierno, sobre la nieve o en la niebla, como seres cabezudos de una sola pierna y largos dedos delgados surgiendo de su cabeza. Era muy pequeño e imaginaba cosas.
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