25/04/2019
La escasa luz de un día lluvioso no impidieron captar la delicada imagen de esta leguminosa, de aspecto frágil y tímido. Pero no hay que llevarse a engaño ya que a pesar de su aparente poca vistosidad y profusión, crecía aprovechándose de las otras plantas que habitaban esa cuneta, abrazando sus tallos con los zarcillos terminales de sus hojas, aprovechándose de su presencia para extender sus foliolos a la creciente oscuridad del atardecer. Para reconocer a la falsa haba es necesario fijarse en sus frutos, una legumbre recubierta de vellosidad, y sobre todo en sus flores de amarillo tenue y con el estandarte recubierto también de característicos pelillos que parecen ayudar a abrigarla.
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