20/07/2017
Creciendo sorprendentemente en la base de la misma Muralla de Ávila encontramos esta planta, aislada, agazapada, tal vez intentando pasar desapercibida a los transeúntes, pero sin lograrlo del todo. Se trata de una especie no propia de nuestra flora que en algún momento se ha asilvestrado. A falta de flores resulta reconocible por sus frutos y sobretodo por sus hojas, lanceoladas, ligeramente sinuosas y glabras. Estos pequeños tomatitos, y de hecho toda la planta, resultan sumamente tóxicos por lo que hay que evitar cualquier tentación culinaria. A pesar de ser Julio, esta planta ya tenía los frutos madurados, lo cual no suele ocurrir hasta otoño.
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